martes, 28 de julio de 2009

Castillo en ruinas


El Castillo en ruinas… (una historia casi "real")
Ella sabía que ya no era joven, ni tenía la belleza de antaño y que debido a un problema hormonal, había engordado considerablemente.. Estaba casada desde hacía muchos años, sus hijos ya casados, vivían a varios kilómetros de distancia…y tenía nietos hermosos y sanos.
Muy dentro suyo se sentía joven, como si los años no hubieran caído sobre su cuerpo “como lluvia fina”. Como si los años la hubieran evitado, esquivado... Ella lo creía.
En el fondo de su corazón pensaba que su esposo amado la seguiría viendo bella, como ella lo veía a él, aún con la belleza de la vejez y de las canas…pero bella y grácil.
Pero no era así y lo comprobó de una manera cruel.
Ese día se abrió a su amiga y contó de cómo lo supo y de qué manera dolorosa.
Necesitaba decirlo, sacar el dolor de su pecho, que como agua estancada en un aljibe en desuso, la estaba enfermando... Necesitaba decirlo y oírlo decir en voz alta, oírse su voz como si estuviera presenciando una obra teatral y ella sentada en la platea viendo a los actores.
Y comenzó lentamente a contarlo
hubiera dado lo que me queda de vida (aunque sé que no es mucho ofrecer) para seguir con la ilusión de que él me seguía viendo linda, atractiva… y todas esas cosas que yo me creía antes, porque él me lo decía siempre..
Pero una simple charla en una simple reunión de amigos, me abrió los ojos y me rompió el alma de golpe y sin previo aviso.
Estábamos cenando con una pareja más joven que nosotros y mi marido analizando la parte social del pueblo en donde vivíamos dijo de repente:
“aquí miran fijamente y no sé por qué! quién nos va a mirar?, si fueras vos…( le dijo a la joven que estaba sentada del otro lado de la mesa) rubia y joven… pero a nosotros…. bueno, por lo menos a mí” lo quiso arreglar un poquito (eludiendo mis ojos) pero el daño ya estaba hecho, la daga había atravesado mis carnes. El malvado “nosotros” ya había sido pronunciado y me estaba destrozando.
¿Pedantería? dices, ¿coquetería? insinúas... ¿ falta de ponerme en mí lugar y en mi edad, en mi tiempo y espacio (aunque ya muy ajustado)…? Acaso un poquito de cada cosa en pequeñas dosis, sólo lo justo, por ser mujer.
Pero lo realmente doloroso en todo eso, es la manera que mi esposo, mi amado… me está viendo y quien sabe desde cuando..
¿Y yo qué hago ahora?¿ me dejo morir gorda, fea, vieja y canosa?¿ me invento un cuentito de hadas, donde seguimos felices comiendo perdices?¿ me pongo a llorar como loca? ¿Se lo trato de explicar lógica y filosóficamente para parecer más importante y dueña de mis actos y sobre todo, que no me tenga lástima? y… si como respuesta, recibo un “estás buscando problemas de nuevo”...¿que hago? …
Me siento tan triste y tan fea de golpe.
Además, ese mismo día, como broche de oro, al tratar de bajarme del auto con mucha dificultad por mis quilos de más y el reuma asolador, le pedí que abriera un poco más la puerta porque no podía bajarme, y entonces lo oí diciéndoles a nuestros amigos....:
“ no es la puerta, son los kilos”. (y se reía... se reía de mí !)
Ah! en ese momento me doblé de dolor, pero de dolor en mi alma.
Mi dolor es doble: ya no soy más su princesa y ya no tengo a mi lado a mi noble caballero, ése que me veía hermosa…y me lo decía.
¡ Qué tonta…cuánto hacía que no me miraba en el espejo ¡ Pero mirarme de verdad…!
Aquel muchacho que estaba tan orgulloso de mí, de su esposa, que era gentil y delicado ¿dónde está? Acaso lo aplastó la vida, mis kilos, la vejez? o acaso ¡ nunca fue real !
Ya todo acabó… y tengo ganas de morirme. Se quebró el encanto y a partir de eso lo miro y no lo reconozco. No lo siento mío ni le pertenezco… Estoy en otra dimensión que no es mía. Nunca estuve allí !
Sólo te pido un favor: no me pidas que te cuente nada más, déjame sacar este dolor inmenso de a poquito…y en soledad…. a ver si puedo. Y de no poder tendré que continuar mi camino con él, arrastrándonos los dos.
Y por favor, trata de olvidar lo que te conté.
No le tomes rencor… él también ha envejecido y todavía no lo sabe……….
pero yo lo sigo amando, tal vez más que nunca.
Qué pena todo esto ….”


Y se fue caminando triste y lentamente hacia su casa, esa que era su castillo en ruinas y donde seguía morando un avejentado “Príncipe Azul”.... sin su princesa.

Y yo me quedé llorando por ella, por él y por mí…

Catalunya 2001
(de mis “Cuentos Junto al Fuego”)
Safe Creative #1007156826620

4 comentarios:

CILENCIO NO SE CALLA dijo...

Mabel, a tu cuento triste, te opongo una historia triste, mia, cuando estaba llevando de ataúd de mi padre, a mis 14 años recién cumplidos, en primavera, chapotendo en el barro de Chacarita, había llovido varios días seguidos, con la miraba baja, sabiendo que estábamos en la miseria con mi madre,que con sus 55, había llevado demasiada mierda en la vida, siendo de una familia de clase media alta, analizaba desolado, lo duro que nos esperaba, y de pronto, pasó delante mio, una mariposa, lecherita, blancuzca y la seguí con la mirada, y desapareció detras de un roble enorme, y en ese instante, tomé conciencia de que la había estado siguiendo con la mirada, en el momento más espantoso de mi vida... y me dije "si hice esto, yo no me caigo más", y así fue. pero tengo una ventaja sobre la heroina de tu cuento. yo al pan, le digo pan, y a la mierda, le digo mierda, ni materia fecal, ni popó, luego, ya más grande, aprendí a reírme del dolor, sabiendo que es inevitable y eso me hace fuerte. y tuve la suerte de poder transmitir eso a varias parsonas que amo, mi módica herencia vital. Un beso en Cilencio.
y decile a tu heroina que acepte la realidad, porque cada segundo, tiene algo que se puede disfrutar, aún en medio del dolor, inclusive el vuelo de una paloma, si lo sabes buscar, y lo tomás como costumbre.

Mabel G. dijo...

Hola amigo! Triste lo que cuentas...
pero positivo. Yo soy así, igual que vos... (pero no "la princesa" de mi cuento)
Un abrazo.

Jerry2 dijo...

Lástima que mi primer comentario no haya aparecido, porque era algo extenso (o quizá a causa de ésto no apareció, quién sabe). Pero te decía que tu relato es triste, quizá porque muchos nos hemos sentido igual a la protagonista.

En varias ocasiones me he visto al espejo y me he sorprendido de no ver más al Gerardo que no tenía esa arruga sobre la ceja izquierda, producto de años de levantarla inconscientemente (y a veces como un patético recurso de galantería callejera, la verdad)... al Gerardo que podía durar sin afeitarse un par de días, sin tener las dos o tres canas en su barba que hoy tiene. El Gerardo que no tenía qué preocuparse por la cantidad de azúcar que consume, ni por el número de veces que va al baño todos los días.

Sin embargo, a diferencia de la protagonista, el Gerardo del espejo es alguien que sabe que lo aman A PESAR de ya no ser físicamente el de antes... a pesar de ya no tener la poca gracia física que alguna vez tuvo.

Y no es que sea un esperpento, no, pero tampoco soy el que corría tranquilamente 10 km diarios.

Al igual que la Princesa, uno puede llegar a sentirse por no ser más lo que un día se fué... pero, a diferencia de ella, uno aprende a ser feliz con el aquí y el ahora, sabiendo que hay quienes nos aman porque sus ojos aprendieron a ver nuestro corazón y nuestra mente, más que nuestro cuerpo y nuestro rostro.

Me encantó tu relato, Mabel. Te felicito.

Un abrazo.

Mabel G. dijo...

Antes que nada, gracias por tu comentario !
Es tan cierto lo que dices, apreciado Jerry... pero lamentablemente hay muchas personas (sobre todo mujeres) que sienten lo que siente mi Princesa del cuento, no porque quiera sentirlo (ya que ni siquiera imaginaba que eso le estaba pasando), sino porque se lo hacen sentir y de repente.
Pero para eso también hace falta la inteligencia de no dejarse llevar por las opiniones ajenas: ni siquiera las de un "príncipe azul".
Sabes que sin llegar a ser exactamente extraído de la realidad, la idea se generó en una pareja que conocí en Catalunya, donde el marido en forma constante y contínua mortificaba a su esposa con lo que él creía que eran "chistes", porque decía que estaba vieja y gorda y ella...la pobre sonreía con una mueca de amargura que era más cercana al llanto que a la risa.
Este personaje caricaturesco (él) me inspiró un poema intitulado:
"Hombrecito" que algún día publicaré en el Blog.
Gracias por tus palabras, amigo.
Sabias palabras...